El Espíritu Santo está entre nosotros

TESTIMONIO #189

RETIRO 1 – PERDÓN Y MISERICORDIA (MARZO 2024)

En el retiro 1 de este año he podido reafirmar lo que inicié en el mismo retiro del año pasado: la promesa de Jesucristo sigue viva, el Espíritu Santo está entre nosotros.

Ha sido muy emocionante poder compartir con otras personas la experiencia intensa de abrirse a la acción del Espíritu del Señor y poder dar gracias y alabar por poder sentir Su Amor Infinito. Esta posibilidad de vivirlo tanto en la intimidad como en comunidad enriquece más, si cabe, la experiencia; tienes tiempo y espacio para gestionar lo que estás viviendo y sintiendo a solas, pero también lo puedes compartir con los compañeros y compañeras de mesa. Hablarlo en voz alta lo hace más real porque quienes comentan sus sensaciones e ideas tienen en común haber sentido una emoción inabarcable que te desborda, normalmente en forma de cataratas de lágrimas e hiperventilación.

Este retiro en particular, de perdón y misericordia, tiene una gran función sanadora en tres aspectos: sanación mental (a través del autodescubrimiento de las heridas psicológicas pasadas que nos afectan en la actualidad, que confesamos y que perdonamos), sanación corporal (a través de la Divina Misericordia) y la sanación espiritual (que responde a un fortalecimiento de la relación con el Señor y que te lleva a creer que, verdaderamente, no solo eres una de sus criaturas, sino, sobre todo, eres Su hijo/a amado/a).

Ese Amor, que para mí es el descubrimiento más importante, pues hace revivir y fortalecer la Fe en Él y en Sus promesas y cambia la manera de vivir el día a día: es un proyecto de vida renovado y esperanzador. Nunca se hace más cierto el Salmo 22: El Señor es mi pastor, nada me falta. […] Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tú vas conmigo.

Para terminar, quisiera agradecer las tareas (visibles e invisibles) de gestión y organización de la Comunidad Somos hijos de Dios, que han hecho posible este retiro tan necesario y hermoso. Permitidme resaltar a la sección de alabanza, que con su voz y con su música nos acercan el Cielo aquí en la Tierra. Y, cómo no, agradecer al padre Salvador que nos ha transmitido su energía, su ilusión, su dedicación infatigable y su mayor tesoro: su Fe.

Bendito Sea el Señor, sea por siempre bendecido y alabado.

Gloria a Dios.

Mª José T.