Creo firmemente en el poder del Espíritu Santo

TESTIMONIO #146

Somos un matrimonio que hemos estado asistiendo al curso «Vida nueva en Cristo» que se ha celebrado en nuestra parroquia de Carcaixent.

Queremos dar las gracias a Dios y a los miembros de la «Comunidad Somos hijos de Dios» por todas y cada una de las sesiones que nos habéis regalado. Especialmente la de «El Bautismo en el Espíritu Santo» en la que tanto mi marido como yo pudimos experimentar su acción en nosotros.

Por mi parte, diré que la Iglesia siempre ha sido mi casa. Mi madre me educó en la fe de Cristo y yo la hice mía. Me siento muy afortunada y querida porque a lo largo de mi vida he experimentado el amor de Dios trino muchas veces.

Uno de los regalos que he recibido de Dios es mi esposo. Aunque no viene de un entorno familiar practicante, siempre me ha acompañado y también ha participado activamente en las actividades parroquiales. Me dice que asiste muy a gusto a las sesiones y a mí esto me llena de gozo.

Ayer en concreto, en el momento de comenzar con la efusión del Espíritu Santo, mi marido estaba muy cansado física y mentalmente, pero en segundos se sintió fuertemente arropado por todos los miembros de la Congregación. Experimentó cómo el Espíritu Santo le invitaba a liberarse de una -su- pesada carga acumulada a todos los niveles. También a deshacerse de las penas que le afligen el alma. Al principio él mismo se contestaba que no pasaba nada, que podía seguir soportándolas, pero al instante comprendió que podía confiar y se abandonó aceptando agradecido que el Espíritu de Dios se haría cargo de ellas. Así finalmente se sintió muy «ligero», «descansado y liberado». En resumen, «como nuevo».

Por mi parte y como tan bien dijo el padre Salvador, creo firmemente en el poder del Espíritu Santo, sé que está ahí por y para mí. Lo que pasa es que a veces lo olvido y voy por la vida cansada y agobiada.

Ayer pedí nerviosa, pero con fuerza, que Él viniera a mí, porque lo quiero y lo necesito. Así, cuando confié, puede experimentar amor y gratitud infinita que me llenaba el corazón, paz, felicidad, un gran descanso y un gran alivio (todo a la vez). Y salí de allí liberada de angustias y sufrimientos y sin las contracturas musculares con las que somatiza mi cuerpo por ello de forma crónica.

Así es… «El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.» ¡Bendito sea Dios! ¡Gloria a Dios!

Deseando continuar con el curso. Gracias por tanto y por todo.

Mª José.

Hemos visto maravillas

TESTIMONIO #145

¡Gloria a Dios!

Frente al Santísimo les escribimos para darles las gracias. Acabamos de asistir a un retiro de fin de semana en Bilbao y hemos visto maravillas.

Mi marido tenía acúfenos (zumbidos en los oídos) y me ha dicho que se le han quitado. Por mi parte, las molestias que tenía en cuello, rodillas y lumbares han mejorado muchísimo. Ayer salí a correr y me sentí fenomenal, como hacía mucho que no me sentía.

Gracias, Dios, por la curación que has obrado en nosotros y la que continúas haciendo. ¡Alabado seas!

Gracias, Comunidad «Somos hijos de Dios», por vuestra maravillosa labor.

Rezamos por vosotros.

¡Gloria a Dios!

Ya no soy sorda

TESTIMONIO #144

Este fin de semana he tenido la alegría de haber estado en el Retiro de Perdón y Misericordia impartido por el padre Salvador Romero en Bilbao.

Soy mayor y era sorda… porque a través de las manos de mis compañeras, y sobre todo por el Amor de Jesús en su Espíritu Santo, ya no soy sorda.

Me maravilla y abruma oír de nuevo.

Antes la oración era entre Él y yo, yo y Él. Me recogía, nada, ningún ruido o voces me molestaban, oraba, e incluso me quedaba adormecida (yo me reía y le decía, «Jesús, me has dado un descansito») y luego continuaba orando.

En el retiro he experimentado y sentido el Amor de Jesús Eucaristía.

Como algunos van al monte o la playa para tomar baños de sol y de mar, yo me quedaba horas delante del Santísimo recibiendo baños de Amor.

Los cantos de alabanza me levantaban el corazón, sentía mi cuerpo y dentro de él mi alma alegre, alabando, coreando los estribillos porque muchas estrofas no las sabía.

Mi marido murió en 2018 después de 8 o 10 años más o menos de una demencia. En el centro, como terapia, solían hacer Reiki y a los familiares yoga, y lo mismo que la ouija, a la que nos aficionamos como juego y donde entraban mis hijos y sus amigos en una edad de 10-11 a 13-14 años. Qué horror ahora que lo conozco, pero algún ángel protector me impidió seguir, cuando lo iba a hacer la copa oscilaba de un lado a otro sin ninguna palabra entendible, hasta que un día me dijo claramente que no me iba a dejar hacerlo.

Perdón por irme del asunto que trato.

Cuando iba a la confesión solo le pedía a Dios un confesor conocido y me regaló un sacerdote al que quiero mucho y con el que me he confesado más veces.

Otro momento muy grande fue la oración de sanación del seno materno. Me vi pequeñita, muy bien y tranquila en él, pero mi final aún fue mejor, porque mi padre me tenía en sus manos ofreciéndome a un Sagrado Corazón de Jesús entronizado en casa algunos años antes. No me extrañó, me sorprendió gratamente porque mi padre fue un hombre de gran fe, con sus pecados y limitaciones como yo y como todos.

El sábado por la noche ya fue de apoteosis, cuando el p. Salvador dispuso que se apartaran las sillas para la oración de sanación física. Yo me quedé sentada y desde allí apoyé con mi corazón pidiendo a Jesús la sanación de mis compañeras.

A mi lado se había quedado otra compañera. Se me ocurre preguntar si no tiene ninguna molestia, dolor o algo que sanar. Me contesta que no y me pregunta: «¿Y tú Conchi?» Yo riendo le digo que, a mi edad, cuando no duele una casa es otra. A mí no me parecía que estaban jugando, al contrario, era cosa seria y de fe pedir la curación. Entonces le digo: «Como no me quiera quitar la sordera…»

Me sentaron en la silla. Yo llevaba puesto un audífono porque los dos se acoplaban y empecé a oír: «SANA EN EL NOMBRE DE JESÚS.»

Esa canción iba en aumento. Yo no sé por qué, me quité el audífono y le decía a mi compañera, que conozco mucho: «Mari Carmen, habla más bajo que te oigo.» Ella me miraba con ojos como platos y bajaba el tono. Yo le volvía a decir que bajara el tono, que seguía oyéndola.

Y así fue como Jesús me ha curado.

Ahora le pediría el botón para regular el volumen.

CREO EN DIOS PADRE, CREO EN DIOS HIJO, CREO EN DIOS ESPÍRITU SANTO, CREO EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD, LO ALABO, LO ADORO Y LE DOY GRACIAS COMO EN EL MAGNÍFICAT PORQUE JESÚS HA MIRADO MI PEQUEÑEZ Y MISERIA.

GLORIA A DIOS.

AMÉN.

He podido crecer espiritualmente

TESTIMONIO #143

¡Gloria a Dios!

Qué grande la Comunidad de hermanos Somos hijos de Dios en Cristo. No sabéis lo que ayudáis y lo que he podido crecer espiritualmente con vosotros.

El fuego del Espíritu Santo se derrama fuertemente en cada una de las alabanzas y también en las Misas. Oro para que crezcáis en los dones del Espíritu Santo y llegue vuestra misión por el mundo entero como apóstoles del Señor para su GLORIA.

Bendiciones y gracias por estar.

Un abrazo en Cristo Jesús.

Un plan perfecto

TESTIMONIO #142

Buenos días, mi nombre es Cruz y asistí al retiro «Discípulos de Jesús» de este fin de semana en Madrid.

Siempre me asalta la duda, antes de hacer algún retiro de estas características, de si debería ir, ya que a veces tengo la sensación de que me anoto a lo primero que salga, por si acaso el Señor me quiere hacer un regalo y no estoy ahí para recibirlo… Gran mentira, porque el Señor se manifiesta cuando Él quiere y donde quiere. Dios tiene un plan perfecto para cada uno de nosotros y nos pone donde Él nos quiere en cada momento.

Cuando el viernes llegué a El Escorial, estaba entusiasmada por participar en el retiro, pero algo pasó en la noche del viernes: Empecé a sentir tristeza, a sentirme que estaba fuera de lugar y con ganas de salir corriendo; mi diálogo interno cambió cuando empezaron las profecías ante el Santísimo expuesto; los del equipo decían palabras de conocimiento con nombres propios a muchos de los asistentes en esa sala, y mi nombre no lo dijeron. En ese momento, mis pensamientos se pusieron a despotricar de mis hermanos en fe, y no solamente eso, sino que me enfadé con Dios, nada menos que con Jesús sacramentado, diciéndole: «¿No me dices que soy tu esposa? ¿Así tratas a tu esposa? Vengo a encontrarme contigo y pasas de mí, ¿me quieres dejar en ridículo? ¿Para qué me haces venir? Claro, no tenía que haber venido…»

¿Qué estaba ocurriendo? Pues estaban hablando mis heridas, mi herida de rechazo y abandono.

Yo estaba en un proceso de liberación y sanación desde el vientre materno. Dios me hizo el mayor regalo al que una persona puede aspirar, saber quién era, SABER MI IDENTIDAD, esto es, saber cómo DIOS me pensó desde el inicio de los tiempos.

A nivel espiritual estoy liberada, pero ahora estoy trabajando con mi mente; todos tenemos patrones de comportamiento bien anclados desde pequeños, y creo que es lo más difícil de trabajar. ¿Qué tenemos que hacer? «Ponernos a tiro», pedirle al Señor que te muestre los momentos donde se produjeron esas heridas. Después el Señor te va poniendo todo lo que necesitas para sanar (cada persona tiene un camino). A mí me ha puesto a una psicopedagoga (que además es intercesora), con la que estoy recorriendo el camino del plan que Dios tiene para mí: Un plan de bien, no de mal, y me muestra qué pensamientos recurrentes me hacen comportarme así y saber que son mis heridas las que hablan y no yo; me aporta herramientas para poner nuevos pensamientos y así obtener poco a poco esa sanación de mente, como digo yo.

Volviendo al retiro de este fin de semana, después de mi cabreo monumental con mis hermanos en fe y con Dios, durante la consagración de la Misa del sábado, empecé a sollozar con lágrimas incontrolables, empecé a temblar… El Señor me estaba sanando mis miedos, mi miedo a no ser querida, a sentirme rechazada, abandonada; fue un momento de unción muy fuerte.

Al día siguiente me confesé. El Señor me mostró su gran misericordia, y escuchando una de las charlas de este retiro, justamente el domingo por la mañana, Dios me muestra una imagen: Yo estaba como en una celda con barrotes, y el Señor me indicaba que podía salir de ahí, que dependía de mí, y salí, salí porque solo era un muro, que podía sortear saliendo por la derecha; ahí tuve un encuentro con Jesús, en una pradera verde, me abrazaba y sentí un gran alivio y sanación interior.

Dios siempre nos sorprende, y no como nosotros queremos, sino como Él sabe que necesitamos ser sorprendidos, por su amor y misericordia.

Solamente le puedo dar gracias a Dios, al padre Salvador, a todo su equipo, al equipo que organizó el retiro, al padre Jesús, al padre Miguel.

Este testimonio no sé si servirá de algo, pero quería darle GLORIA A DIOS.

Cruz.

Siempre acierta Dios

TESTIMONIO #141

Gloria a Dios.

No he visto obrar en ningún sitio tan fuertemente al Espíritu Santo como en vuestro grupo.

Los milagros que se hacen.

Estoy súper feliz de haberos conocido.

Los Salmos que salen también, siempre acierta Dios.

Infinitas gracias de mi parte a vosotros, Ángeles que pone el Señor en nuestro camino.

Bendito y Alabado sea por siempre Dios.

Un sueño muy raro

TESTIMONIO #140

Hace unas semanas tuve un sueño muy raro en el que aparecía una persona conocida, a la que hacía tiempo que no veía. Al despertar, extrañada, pregunté al Señor si con ello quería decirme algo para esa persona. El sueño giraba en torno a una receta de cocina y al reflexionar sobre él, vi una relación clara con su familia, matrimonio e hijos.

El Señor me permitió vencer el miedo al ridículo y fui a su casa para contarle el sueño y lo que este me había inspirado. No sabía cuál sería su reacción, pero ante mi asombro ella me dijo que Dios le enviaba un ángel a su casa, para darle un mensaje como respuesta a una situación conflictiva que acababa de vivir en su familia.

Me abrazó y dimos gracias a Dios.

Salí de allí alabando al Señor por su grandeza y misericordia.

Bendito sea Dios que utiliza lo más simple para hacer llegar su amor a todos sus hijos.

Gloria a Dios.

Vicentina.

El milagro que necesitaba

TESTIMONIO #139

Qué GRANDE que es el Señor con nosotros, que confirma la Potencia de la fe a través de las Adoraciones cuando se ora por los que la siguen por internet.

Nos pidieron oración por una mujer que, desde hace casi cuatro meses, sufre de un herpes que es muy doloroso. Oramos por ella el domingo y esto es lo que ella nos escribe para que confiemos más en el Poder de Dios y tomemos autoridad sobre lo que quiere hundir y aplastar.

Testimonio de sanación a través de Facebook:

Padre, le doy las gracias a Jesús que, a través de Él con su gran Fe y la gracia del Espíritu Santo, la petición que les ha pedido por mí, el milagro que necesitaba, se ha cumplido: el herpes ha dejado de darme pinchazos junto con mucho dolor; no me dejaba dormir, era un suplicio. He sufrido muchísimo desde el mes de agosto y ya siento la mejoría Divina, de su fuerza de la petición.

¡GLORIA A DIOS!

Tengo mucha Fe, de ella vivo.

¡Jesús te quiero, te alabo! ¡Te necesito, ten paciencia de mí!

Mi padre Salvador, deseo que siga en su vida sacerdotal haciendo el bien a todos los enfermos con devoción y gracia, sanando a tanta gente, en el Nombre de Jesús.

Gracias, gracias con todo el cariño de mi corazón.

Carmina.

Con amor desde Ucrania

TESTIMONIO #138

Muchas gracias por vuestras oraciones.

Aquí en la ciudad todos los días suena la alarma por peligro de bombardeos y hay apagones de luz, porque los rusos tiraron dos misiles a las instalaciones eléctricas y ahora están dañadas.

Por lo demás todo está tranquilo.

Estoy feliz por haber participado en la Misa en domingo. Os tenía presentes a todos. Mi alegría era muy grande de ver a María Rosa Mística. Lo tomé como señal, que Mamá está conmigo. Me siento muy protegida por el Señor.

Os mando desde aquí un abrazo muy fuerte.

Seguimos unidos en oración por la paz en mi país y en el mundo entero, por la Comunidad, por la Iglesia, por las plegarias de todos los hermanos y hermanas.

Muchas bendiciones.

Con amor desde Ucrania.

Mila.

Me he curado definitivamente

TESTIMONIO #137

Buenos días, padre Salvador:

Te comunico con retraso, parte comprensible y parte no (creo que «el patas» tiene algo que ver con estos «olvidos») que me HE CURADO DEFINITIVAMENTE. 

Hice el RETIRO DE SANACIÓN INTERIOR con el ESPÍRITU SANTO, el primer retiro de este tipo que yo hacía, el 29, 30 y 31 marzo de 2021 en el Escorial Madrid, donde esperaba sanar mi corazón de las múltiples heridas INTERIORES de mi infancia y juventud.

He tenido una vida de mucho sufrimiento siempre y mi conversión paulina fue en septiembre de 2001, por lo que llevo ya 22 años de rescate del Señor y de la Virgen María y, a pesar de una Vida Feliz en la fe y continuada en la Gracia, por la intervención de Ellos claro, había demasiados olvidos involuntarios debido al sufrimiento, según me dijeron varios médicos.

Buscaba perdonar y ser perdonada, buscaba avanzar más rápido en la santidad para los tiempos que se avecinan, y así hacer mejor la Voluntad de Dios, y me llevé una sorpresa al ser curada TAMBIÉN del cuerpo.

Te relato lo que me pasó:

Aquella noche, del 30 de octubre de 2021, frente a la Custodia con el Señor, sentada delante junto a otros, le pedí que me curara una rara enfermedad tropical, no vista en España, salvo en Cádiz, o en personas viajeras de África o Centro América.

La contraje en Cádiz por una picadura de mosca negra, su vector, debió ser, cuando estaba de vacaciones allí. Contraje una enfermedad que se llama ONCOCERCOSIS debido a un gusano que causa elefantiasis y ceguera.

Aquel verano de 2014 algo subía desde dentro de las piernas, de noche. Un año con esa sensación y dolor y llegaba poco a poco hasta los ojos. Montañas de hospitales y pruebas, nadie sabía qué me pasaba hasta que una médico de fe me dijo: «Prueba con albendazol.» Y mejoré muchísimo, los ojos y las piernas: era UN GUSANO. 

Mi hija es médico y yo misma soy bioquímico y me dedico a la Medicina Biológica hace años. Ambas dimos con el diagnóstico por fin. He usado el tratamiento convencional cada 5 meses e ivermectina que me traían unos pacientes de Brasil y el biológico, pero los gusanos no mueren definitivamente, tardan 12 años de tortura y medicamentos, en morir por una sola picadura.

Aquella noche le pedí al Señor que podría quedarme ciega sin medicación (sobre todo la prohibida ivermectina) y que venían tiempos donde no tendría acceso a esas medicinas Y NO PODRÍA SERVIRLE COMO ÉL DESEABA.

Cuando aquella noche empezaron a rezar aquellos desconocidos sobre mí delante de la Custodia, empecé a notar un calor fuerte en los lugares donde SOLO YO sabía que estaban los nidos de gusanos, nidos antiguos y nidos recientes que me han causado picor insoportable, dolor, miedo, insomnio, casi ceguera al inicio, pesadez de piernas, dolor de piernas, inflamación en todo el cuerpo y sobre todo elefantiasis…

Bien, pues noté calor en esos lugares y cuando lo dije, p. Salvador, tú mismo viniste y pusiste las manos muy cerca de esos lugares en la espalda; noté un calor que casi quemaba allí y también en otros lugares, aunque más suave. 

Me dio un ataque de risa.

¿Qué me estaba pasando? Después de quedarme con el Santísimo largo rato esa noche, volví desconcertada a mi cuarto y… expectante. Dijiste que la curación podría ser en varios días, ser instantánea o progresiva.

Al día siguiente, en la Misa por los difuntos de nuestras familias, se me había olvidado ya esa sensación de calor del día anterior, pero volvió al elevar la Eucaristía, a Jesús, El Señor; para ser Adorada después de la Consagración. Me volví a sorprender.

¿Estaría curándome?

Debía esperar al próximo ciclo de reproducción del bicho para comprobar si me había curado, donde al notar o no los síntomas en los ojos, picor y movimiento de las larvas en ellos, y movimiento y pinchazos en los nódulos (nidos de bichos del cuerpo) de noche, lo sabría.

Pero pasaron los meses y nada. He esperado dos ciclos y nada. 

Desde entonces no he vuelto a tener ningún síntoma de gusanos de Onchocerca volvulus, la Ceguera de los ríos, enfermedad africana.

Ya puedo decir que estoy curada.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

P. Salvador, gracias por hacer estos retiros que sanan el ama y el cuerpo, por ser mediador de las gracias de Dios.

Puede hacer uso de esta carta como le plazca.

Y Bendita sea la Santísima Virgen María nuestra Madre y Señora.

Amparo Dra. Quintana.