Qué pasada, qué bonito, qué barbaridad, qué Grande

TESTIMONIO #179

En el retiro de sanación de enero del pasado año, a través del padre Abraham, el Espíritu Santo me visitó, cual Mazinguer Z y su fuego de pecho.

Con estas palabras todos sabrán quien soy. Aun siendo el único que viajó sin acompañantes, en ningún momento me sentí solo, gracias a la familia hispana-francesa con la que compartí mesa, y a toda la Comunidad Somos hijos de Dios. Gracias. Me ayudaron a confesarme, algo que durante muuuchos años había sido olvidado por mí.

Estuve en el suelo 55 minutos, en descanso del Espíritu, tiempo que Él necesitó para ablandar mi corazón. No me dejó levantarme, quería hablar conmigo.

Wuau. Qué pasada, qué bonito, qué barbaridad, qué Grande.

Fue increíble. Fue gratis. Solo tuve que darle permiso para que entrara en mí.

Hoy, en la Adoración, el padre Salva ha comentado que el padre Abraham está en Hungría, y que un sacerdote renovado es una bomba. Doy fe.

Gracias, gracias, gracias a Dios. Siempre Gloria a Dios.

En mi vida he sentido muchos tipos de amor, pero como ese Nunca.

No me dejó levantarme hasta que no terminó de darme su mensaje de Amor, con su madre María Auxiliadora, cantando como un niño en la Iglesia de los Salesianos.

Para Gloria de Dios y de su siervo.

Dios te oye cuando le hablas. Gracias, por volver a reencontrarme con Dios.

Y Gracias a mi amigo Carlos por invitarme al retiro.