Reino inconmovible

TESTIMONIO #101

Doy gracias a Dios por esta Comunidad a la cual Dios me llamó: «Somos hijos de Dios.»

Y oro para que no sea tarde cuando nos demos cuenta de que el Reino de Dios no puede ser encerrado en un nombre o sub-nombre. Alguien dijo: «Los avivadores de una generación se convierten en los fariseos de la próxima.» Yo creo que esto sucede cuando ponemos el control por encima de la fe. Alcanzamos aquel avivamiento por fe y queremos mantenerlo con control. Es por esto que escribo algo que le escuché decir a alguien: «Los avivamientos empiezan por Dios, pero terminan por el hombre.»

Cuando perdemos el control es el momento en que Dios puede tomarlo. Las cosas del espíritu no se pueden entender, son locura para la mente natural.

«El hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él. Y no las puede conocer pues sólo espiritualmente pueden ser juzgadas.» 1 Corintios 2, 14.

Creo que es tiempo de poner nuestra mirada en ese Reino inconmovible al que por gracia fuimos llamados.

Porque se acerca el tiempo donde todo lo movible será removido para que quede lo inconmovible. Esto ha sido profetizado desde el Antiguo Testamento hasta el Apocalipsis. Veamos algunas citas:

Joel 4, 16: «Ruge Yahveh desde Sión, desde Jerusalén da su voz: ¡el cielo y la tierra se estremecen! Mas Yahveh será un refugio para su pueblo, una fortaleza para los hijos de Israel.»

Joel 4, 17: «Sabréis entonces que yo soy Yahveh vuestro Dios, que habito en Sión, mi monte santo. Santa será Jerusalén, y los extranjeros no pasarán más por ella.»

Hebreos 12, 26: «Su voz conmovió entonces la tierra. Mas ahora hace esta promesa: Una vez más haré yo que se estremezca no sólo la tierra, sino también el cielo.»

Hebreos 12, 27: «Estas palabras, una vez más, quieren decir que las cosas conmovidas se cambiarán, ya que son realidades creadas, a fin de que permanezcan las inconmovibles.»

Hebreos 12, 28: «Por eso, nosotros que recibimos un reino inconmovible, hemos de mantener la gracia y, mediante ella, ofrecer a Dios un culto que le sea grato, con religiosa piedad y reverencia.»

Hebreos 12, 29: «Pues nuestro Dios es fuego devorador.»

Por esto es importante entender que no estamos edificando nuestros propios imperios, sino el Reino inconmovible. Somos «embajadores» de ese Reino.

Estamos llamados a ser voces proféticas que manifiesten a Dios. No estamos construyendo nuestros reinos, ni dando a conocer nuestros rostros y nombres.

Jesús viene y el mundo necesita conversión y cambio.

En el cielo solo un nombre es digno y Adorado; el nombre de Jesús. ¿O acaso se sabe el nombre de los 24 ancianos? ¿O de aquellos seres vivientes alrededor del trono? ¿El de los ángeles y santos? ¿Se les nombran? No. Solo el nombre de Jesús.

Estamos aquí para manifestar a ese Jesús y a su reino. A hacer la voluntad de Dios, siendo pedazos de barro guiados y movidos por el Espíritu Santo. Así, cuando nuestra voluntad personal muera, Él pueda tomarnos, darnos su forma, determinar nuestros movimientos y fluir a través de nuestras vidas.

Es tiempo de alistarnos para el Reino eterno, inconmovible. La hora viene donde todos los reinos humanos caerán. Muchos se sorprenderán. Los últimos se convertirán en primeros y los primeros en últimos. El león de la tribu de Judá rugirá y solo el que tenga esa esencia divina permanecerá. Es tiempo de la manifestación de la voz del Reino. La creación gime por oír esa voz.

Somos hijos de Dios es el llamado a ser esa voz. Gracias Dios por tantas maravillas que has hecho con tantos hijos de Dios y que se encuentran plasmadas en las páginas de este libro: 100 historias de Amor.

A ti la Gloria por siempre Dios.

Adriana.