Mi pecho ardiendo en el gozo de Dios

TESTIMONIO #019

Misericordia y paz.

La Santa Eucaristía comenzaba. Ven Espíritu Santo. Todo el día repito lo mismo como mi hermanito pequeño Juan de la Cruz. Me dice en el cántico espiritual, canción 17:

«Impedir la sequedad por medio de la oración y devoción. Invocar al Espíritu Santo es el que hace ahuyentar esta sequedad del alma.»

En la Santa Eucaristía repetía: Ven Espíritu Santo.

Amo a Dios Padre.

Amo a Dios Hijo.

Amo a Dios Espíritu Santo, Fuego y Agua.

A la hora de comulgar me puse a llorar. No me sentía digna de comulgar. Jesús te Amo. Y entró el Señor en mí. Ofrecí la comunión al sagrado Corazón de Jesús por las ofensas de ese día, y comenzó a arder en mi pecho; vibraba. Cuando volví al sitio, me puse las dos manos en el pecho y ardía (vi un corazón rodeado de espinas grandes; respiraba yo en él, bombeando en su interior). Señor, se confirmaba el por qué tienes el corazón en el centro de tu pecho. Muchas preguntas le hice al Señor antes del retiro y allí me las contestó. No podía parar de gritar: ¡Confirmo, confirmo!

Al día siguiente, el sacerdote rezó por mí en el bautismo del Espíritu, y me impuso la mano en el pecho, que ardía. Cuando una de las hermanas que rezaba por mí dijo corazón de Cristo, tuve un descanso en el Espíritu. Me dejé envolver por la dulce dulzura de Jesús, confirmando una vez más que yo vivo en el corazón de Cristo.

Hoy, 3 de octubre, sigue mi pecho ardiendo en el gozo de Dios.

Gracias a la Comunidad Somos hijos de Dios. Bendiciones.

Mª Ángeles.