Dios no hace nada por casualidad

TESTIMONIO #018

Estando la Eucaristía, la Adoración y la Alabanza en el centro del Retiro, la sanación interior es preciso que tenga lugar, no podría ser de otra manera, para Gloria de Dios.

Personalmente he podido experimentar esa ruptura de cadenas internas y la sanación de heridas afectivas en el momento del Bautismo en el Espíritu Santo.

Durante la Efusión ayudé a levantarse a una joven después del descanso en el Espíritu. Ella estaba con los ojos cerrados, la cara desencajada y bastante mareada. La ayudé a sentarse y empecé a rezar por ella para que Dios siguiera sanando y liberando de tanto sufrimiento como me dejaba percibir. De hecho, el Señor me hizo ver que compartíamos las mismas heridas.

Durante el retiro no pude hablar con ella. En una de las dinámicas nos sentamos juntas y por motivos de organización nos separaron. Pero Dios no hace nada por casualidad.

En la Adoración de la noche me levanté en el turno de las 4:30 h. Me arrodillé ante el Santísimo y le dije que si lo creía conveniente me diera la fuerza para dar testimonio de la historia de amor que ha hecho en mi vida, porque a mí me cuesta mucho, pero para Él nada hay imposible.

El domingo no se hizo rueda de testimonios como tal. Y pensé, «pues nada, el Señor me lo pone fácil. Otra vez será.»

Pero providencialmente, después de la comida y esperando a los que venían en mi coche, Dios quiso que me encontrase con esta joven y sus dos amigos. Le dije que le había cambiado mucho la expresión de la cara y que ahora reflejaba una gran paz y serenidad; que no sabía nada de su historia, pero que rezando por ella Dios me había hecho ver que compartíamos las mismas heridas de abandono, de no ser deseadas desde el seno materno, de la separación de los hermanos, etc. Le pude entregar la carta que había escrito en una de las dinámicas dando ánimos a una persona que no sabíamos quién era.

Lloramos y nos abrazamos. Y dimos Gloria a Dios, porque aunque permite el sufrimiento y la Cruz en nuestras vidas, nos hace ver la Luz y el Camino que nos llevan a Él.

¡Alabados sean Jesús y María!

Este Retiro ha sido una bendición. Me llevo la paz en el corazón y la acción sanadora del Espíritu Santo. Y a todas las personas con las que me he encontrado. ¡Gloria a Dios!

Rocío.