Oración del Cerco de Jericó

TESTIMONIO #059

«Te doy gracias Señor de todo corazón, porque has oído las palabras de mi boca, te cantaré en presencia de los ángeles, y me postraré ante tu santo Templo, daré gracias a tu Nombre, por tu amor y tu fidelidad, porque tu promesa ha superado tu renombre» (Salmo 137, 1-2).

Doy gracias al Señor por su Amor infinito derramado tan sobreabundantemente sobre mí y sobre todos los que nos unimos en adoración en la parroquia de San Ramón Nonato. Bendigo al Señor por el padre Salva y la Comunidad Somos hijos de Dios, por su paso tan amoroso, sanador y liberador por mi vida, a través de ellos. También quiero dar las gracias al padre Salva por haber hecho la oración del cerco de Jericó en la parroquia. Ha sido una gracia inmensa de sanación y liberación.

En este testimonio voy a compartir algunas experiencias que he vivido durante el cerco de Jericó, teniendo presente lo que dice el padre Salva: «Es más lo que se recibe que lo que se percibe.» En fe estoy completamente convencida que voy (y vamos) a ver grandes frutos de esta oración, de hecho, mi corazón está lleno de alegría profunda y alabanza por este convencimiento.

A lo largo de la oración he sentido liberación en mí, durante los siete días, y he notado una mejoría a nivel de salud. El Señor me ha regalado varias experiencias por las que estoy muy agradecida. Quiero compartirlas porque pienso que pueden ayudar a alguna persona.

Uno de los días, me venía, durante unos minutos, la imagen de la Virgen María Rosa Mística y me di cuenta de su relación con las escarchas doradas que vi días antes, durante la oración. Las escarchas de color dorado indican sanación, es decir, que la Virgen estaba indicando que el Señor iba a derramar gracias de sanación durante los siete días, y que ya las estaba derramando. Esto lo recibí como algo personal pero también como una gracia para la asamblea. Más de un día, durante la oración, sentí que la Virgen estaba allí presente, trabajando con Jesús, en nuestros corazones. Uno de los días sentí a Jesús y a ángeles que se movían por la asamblea. También percibí la presencia de los ángeles, que estaban alrededor del Santísimo, llenos de alegría por la obra que el Señor estaba haciendo en nosotros. El Cielo estaba presente trabajando a nuestro favor con gran Amor.

Todo lo que el Señor me ha permitido experimentar por su Infinita Misericordia, ha sido precioso. Sé que es una pequeña parte de todo lo que él ha hecho en mí, en todas las personas que he puesto en esta oración y en la asamblea. A veces el Señor nos da estas gracias para aumentar nuestra fe en su Amor y en su acción Todopoderosa. Él siempre está de nuestra parte, trabajando en nuestros corazones.

Creo firmemente que vamos a ir viendo los frutos de esta oración.

«¡Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras!»