Mariposa blanca

TESTIMONIO #123

Doy gracias a Dios por la Comunidad Somos hijos de Dios. A través de ella, Dios me ha mostrado cuánto me Ama, que Él es mi Padre, y que tengo una gran familia, la Iglesia.

Poco a poco, también he aprendido en esta Comunidad a escuchar la voz de mi Padre, que nunca deja de susurrarnos al oído, indicándonos el camino de vuelta a Casa.

Me he detenido a escribir porque quería compartir contigo lo que hoy he recibido de Él.

Vamos allá.

Hoy ha sido un día duro, de mucha batalla mental y de mucho cansancio físico. Para descansar, he ido a dar un paseo a la hora del almuerzo. He cogido el caminito de tierra de siempre y me he puesto a caminar bajo un sol abrasador.

Nada más dar los primero pasos, un pensamiento ha venido a mi mente: «Deja de batallar en tu interior. Ríndete. Descansa. Vive y disfruta este instante donde solo estamos tú y Yo, un instante de eternidad donde ahora mismo te abrazo, a través de la naturaleza.»

Y al momento, una mariposa blanca se ha cruzado por mi camino.

A mitad del camino, otro pensamiento ha vuelto a inundar mi mente: «Tú eres mi hijo Amado. Yo disfruto contigo. Yo soy tu Padre. Déjate abrazar por mí. Vive las 24 horas del día en mis brazos.»

De nuevo, al instante, una mariposa blanca se ha cruzado por mi camino.

Llegando al final del paseo, un nuevo pensamiento: «No tengas miedo. Yo estoy contigo. Nada ni nadie podrá separarte de Mí. Yo te hago libre.»

Una vez más, por tercera vez, una mariposa blanca se ha cruzado por mi camino.

Y con esto, el agradable y caluroso paseo ha llegado a su fin.

Entonces, ¿qué lectura hago? ¿Qué son estos pensamientos? ¿Y la mariposa?

Muy sencillo: Dios que camina conmigo. Dios hablando al corazón. Dios actuando como Padre. Y yo viviendo en gloriosa libertad como hijo de Dios.

¡Abbá, Padre!